martes, 1 de diciembre de 2015

Poema 20 - Pablo Neruda







Puedo escribir los versos más tristes esta noche.

Escribir por ejemplo: "La noche está estrellada, y tiritan,
azules, los astros, a lo lejos".

El viento de la noche gira en el cielo y canta.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.

Ella me quiso, a veces yo también la quería
Como no haber amado sus grandes ojos fijos.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella



Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.


Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo. 

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Como para acercarla mi mirada la busca,
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.

La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.

De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos verso que yo le escribo.

Poema LVI Gustavo Adolfo Becquer




Hoy como ayer, mañana como hoy, 
¡y siempre igual! 
Un cielo gris, un horizonte eterno 
y andar... andar. 

Moviéndose a compás, como una estúpida 
máquina, el corazón. 
La torpe inteligencia del cerebro, 
dormida en un rincón. 

El alma, que ambiciona un paraíso, 
buscándole sin fe, 
fatiga sin objeto, ola que rueda 
ignorando por qué. 

Voz que, incesante, con el mismo tono, 
canta el mismo cantar, 
gota de agua monótona que cae 
y cae, sin cesar. 

Así van deslizándose los días, 
unos de otros en pos; 
hoy lo mismo que ayer...; y todos ellos, 
sin gozo ni dolor. 

¡Ay, a veces me acuerdo suspirando 
del antiguo sufrir! 
Amargo es el dolor, ¡pero siquiera 
padecer es vivir!